Me perdí
y el mapa se lo llevó el viento, la brújula apuntaba hacia la lógica, y allí se plantó el señor miedo. Nos empezó a comer la cabeza, con sus ideas pesimistas e incompletas, pero nos escondimos en el rincón donde solo se escuchan nuestras palabras. El miedo se fue pero se quedó el frío y la indiferencia.
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¿Entonces?