19 sept 2015

Cuando cumplí diecisiete lloré. Lloré a mares.
No fue una discusión. No fue una ruptura. Fue la extraña y por primera vez experimentada sensación de tristeza que sentí. ( Y eso que conozco bastante a la normal )
Esta inundó mi cuerpo y mi ser, desde mi estómago ( como de costumbre ) hasta mi cuello, ahogándome. Una emoción tan fuerte que me inmovilizó. Empapó mi estar y mi ser. 
Sentí final la tensión de las cuerdas. Me sentí condenada. Puedo alejarme. Las contusiones me siguen. Y algo más. Pesadez. No hay protocolo de evasión. No hay mecanismo de defensa para usar a mi favor.




Portraits in the presence of Marina Abramovic por Marco Anelli [2010]

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Entonces?